miércoles, 9 de febrero de 2011

LA BUENA PRESENCIA

Comprobado lastre de las hembras trabajadoras, sin lugar a dudas. Consiste en anular tu personalidad, y en muchas ocasiones tu feminidad, si quieres trabajar de secre en una oficina.
Puedes ser más lista que Einstein, dominar cinco idiomas y las tablas dinámicas del Excel, pero si vas a currar en vaqueros, resultarás más torpe, menos eficiente y menos profesional que la pazguata de tu compir, que dedica su jornada laboral a arreglarse las uñas.
Sólo porque ella lleva una blusita blanca y falda tableada.
Lo que queda bien en un despacho es una mujer florero que responda las llamadas con voz de Princesa Disney, y que le encante que le llamen "la chica" aunque ya haya cumplido los 35. A Harta una vez un comercial, le dijo a un cliente "Ahora la chica te manda la tarifa". La mirada asesina de Harta hacia él fue tal que ahora me lo pide todo por favor y me da las gracias.
Lo que no saben los jefes es que bajo esa aparente sumisión se esconden las mayores arpías e hijas de puta que descargan su frustración en las nuevas secretarias, las pobrecitas.

Harta estuvo en una de esas empresas que exigen buena presencia a sus mujeres, esto era muy radical, teníamos que ir de un color de arriba a abajo (cierto como el sol que nos da calor) y nos prohibían mostrar los brazos desnudos. Vamos, el burka versión europea. Aguanté 3 meses.

Harta está dispuesta, y más ahora que está en proceso de tatuar gran parte de su cuerpo, en cambiarse a moza de almacén, a pesar de los callos en las manos y el minisueldo, por no tener que someterse a esta tiranía machista de ir vestida de chica lápiz, y vestirme como me da la gana, un derecho fundamental.

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